No carta al director
Esta misma semana ha finalizado el proceso de oposiciones de Secundaria, y como ya os comenté, he estado ayudando a un par de compañeros, además de seguir a otros para ver cómo les ha ido.
Como el tiempo libre da para pensar y reflexionar, se me ocurrió escribir un correo a la comisión de informática, pero realmente creo que se quedaría en el tintero, sin mayor recorrido. Así pues, como le he dedicado un tiempo, os comparto un posible Carta al Director, que como no lo es, se queda en eso: una mera reflexión.
Los informáticos no somos suficientemente rápidos
En estas pasadas oposiciones al cuerpo de Secundaria, en la especialidad de Informática ocasión, la parte B de la primera prueba ha consistido en un tipo test de más de 150 preguntas, además de dos problemas (uno de programación y otro de base de datos). No he podido verlos (que esto da para otra reflexión, ya que otras comunidades autónomas comparten los enunciados y, en ocasiones, se publica la solución), por lo que, de antemano, pido disculpas si alguno de mis argumentos no es del todo preciso.
Las notas de esta parte B, como era de esperar, han sido muy bajas, y ningún opositor u opositora ha llegado a tener una calificación sobresaliente. En cambio, en otras especialidades, es muy común que haya varias notas entre el 9 y el 10. ¿Acaso los informáticos estudiamos menos que el profesorado de Educación Física o el de la familia de Servicios a la Comunidad? ¿O quizás es que somos lentos?
Por lo general, no. Y sé que no es un problema de dificultad o complejidad de la materia. Entiendo que la comisión se ha asegurado de que el nivel sea el acorde a la especialidad. El problema es el tiempo. Una prueba test de 155 preguntas no puede resolverse en menos de cuatro horas. Por comparar, las pruebas tipo test de las certificaciones AWS oscilan entre los 90 y los 130 minutos para unas 65 preguntas. Si además, le sumamos dos supuestos prácticos con diversas cuestiones (aunque seamos rápidos y los resolvamos en poco más de una hora), resulta altamente improbable completar la prueba práctica en el tiempo establecido.
En la pasada ocasión (si no me equivoco, en primavera-verano del 2021) ocurrió algo parecido: diversos problemas complejos, un tipo test más reducido (creo que no llegaba a las 30 cuestiones) y una prueba con ordenador que casi no daba tiempo a leer el enunciado.
Me pregunto ¿la comisión en su conjunto ha realizado un simulacro para resolver cada parte y ha medido el tiempo necesario? Sé que se plantean diversos problemas y que luego se mezclan, y para evitar filtraciones, se agrupan la misma mañana. Supongo que cada integrante de la comisión, quien plantea cada actividad, sí que lo habrá hecho, pero ¿está siendo realista con el tiempo que requiere?
Pónganse en la piel de un inspector de educación. ¿Qué sucedería si recibieran una queja en un centro educativo porque un docente, en las pruebas objetivas que realiza en clase -ya sea en su día a día, o en una evaluación extraordinaria-, planteara un examen que claramente es imposible resolver en el tiempo asignado? Si el docente se negase a cambiar su forma de proceder, probablemente acabaría con un requerimiento administrativo e incluso una posible falta en su expediente.
Por otro lado, es notoria la falta de profesorado de la especialidad, y unos resultados como estos resultados (con una prueba excesivamente larga) no hacen sino dar mala fama y provocar que posibles aspirantes descarten embarcarse en la aventura de la docencia. Pensad que de las 60 plazas ofertadas, sólo se han cubierto 34, con lo que se quedan 26 plazas sin asignar.
¿Qué sucedería si la prueba fuera más asequible? El tribunal debería atender más encerronas. No veo ningún problema en ello; más bien, todo lo contrario. Un buen docente no tiene por qué ser el mejor técnicamente, sino demostrarlo en la parte didáctica. Es en esta fase donde los tribunales deben ser exigentes: conocimiento del marco legal, diferentes metodologías de aprendizaje, planteamientos inclusivos para atender la diversidad del alumnado, desarrollo de diferentes instrumentos de evaluación y calificación... El acto de defender y justificar una programación didáctica es lo que verdaderamente diferencia a un buen docente de un buen estudiante de oposiciones."
Esta reflexión la llevo tiempo madurando, y creo que se entenderá que la finalidad es puramente reflexiva y constructiva. Probablemente me falte información, pero el objetivo no es otro que contribuir a una mejora del proceso.